viernes, 2 de octubre de 2009

IV

Pero me duele tanto el alma
que siento ataduras en todo mi cuerpo.
Las manos me tiemblan de impotencia
y mis ojos se bañan en aguas de tristeza.

Pero me duele tanto el alma que
hasta a veces el dolor desaparece.

Y éso tanto me asusta. Temo ya nunca volver.

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