jueves, 15 de octubre de 2009

Nada, menos que todo.

Escribo este petitorio abatida por el miedo. Por el absurdo miedo al miedo mismo, al regateo en el que la vida juega el papel de contraparte damnificada. Es decir, sin florido e innecesario preámbulo, temo yo hipotecar mi libertad por una aparente -y mortuoria- seguridad. Y si tal aberración sucede, ni lo duden compañeros: Mátenme. Si el egoísmo corroe mis entrañas, la traición tiñe mis pensamientos y la inerte mentira me seduce; cayendo yo alevosamente en sus redes -que son mis redes-, ya no permitan que continúe. Cuando el acostumbramiento haga lo suyo (y deshaga lo mió) y el amor ya no eche raíces en mis venas. Si el futuro de camisas almidonadas, de lapiceras pluma y el pasto causando comezón. Los charcos evitados y zapatos de charol lustrados con trapitos de avaricia. Bolsillos que no compartan, piernas holgazanas y comodidades que adormezcan mis extremidades. Si me suicido con guiones foráneos y acciones pervertidas por terceros. Cuando el ego le patee el estómago a la integridad y la autonomía camine con la cabeza gacha y los párpados, desesperanzados; mátenme, se los ruego.

Porque yo ya habré estado muerta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario