domingo, 17 de enero de 2010

Rust on decay.

Qué triste se ve el balcón sin un pucho que prender.
Así, como las noches sin tu mano sobre mi cadera
sobre mi cintura, enredada en mi cuello,
entre mi pelo. Sin tus labios rozándome las piernas
ascendiendo hasta el ombligo. Sin tu naricita de pez
suspirando entre un revoltijo de sábanas tibias
de sábanas mojadas, de sábanas risueñas.
Qué triste se ve el balcón sin un pucho que prender
cuando ya no estás, cuando ya te fuiste.

No hay comentarios:

Publicar un comentario