miércoles, 18 de febrero de 2009

Liturgia eterna

Lo inhumano del presente tema se remite a la repetición cíclica de los sucesos inherentes al eterno retorno de la llamada sucesión vital, la cual no solo será ritual sino que, además, virtual. No ahonda más que en la metafísica subyacente al por qué del calvario repetitivo de vernos los seres humanos condenados en este espacio-tiempo eterno que comienza y termina, comienza y termina infinitamente. Razón probable será el sentirnos esclavos de una ruleta que no podemos controlar, cuyo frenar escapa a nuestras manos; por tanto, ¿Qué Dios detrás de un Dios la trama empieza? Sufrimos y morimos al ver que en realidad pasamos una vida imaginando un croupier que nunca existió. Aquello que solo en lo más remoto de nuestra memoria creamos como un mero símbolo de esperanza, cuyo fin es combatir esta funesta existencia que se vanagloria apelando al inevitable tormento suscitado por nuestros temores más recónditos. Solo las vibraciones de nuestra memoria son testigo de las alucinaciones que nos persiguen, que nos fuerzan a desembocar en vigilias causadas por aquellas litúrgicas ofuscaciones del más interno y furtivo ser. Una delicada y deleznable voz nos susurra entre sueños, imposibilita el dormir. El fin del ciclo ha llegado. Un fénix sacrificado en cenizas renacerá, en cenizas renaceremos. Corpóreamente, familiar; mas su alma, la de un simple desconocido. No se resiste el dolor, nuestros párpados queman; se siente una punzante tensión orbital, como si los ojos quisieran huir por no ser testigos. Los susurros se hacen más y más enérgicos. Inesperadamente, como mero huésped de los huesos, la propia carne se familiariza con tales palabras, como si fuesen emanadas desde dentro de nuestra mente y relataran una historia alguna vez ya escuchada sobre tal o cual reiterativa liturgia, sobre cierto repetitivo calvario, o tal vez, sobre lo inhumano del presente tema.

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