Prostitutas de un burdel con cerrojo;
ellas no se dejan tocar.
Uno las conoce (las admira)
sabe donde encontrarlas
las seduce,
pero la conquista se torna absurda:
disfrutan de su alabanza.
Abundan en la escasez de sentido,
Huyen de la abundancia de ideas;
algunas se ondean triunfantes
otras se esconden
se tapan, se arropan
se invierten o callan
(tal vez mueren).
Yo las quiero cruzar entre sí
disponerlas en eslabones de elocuencia;
las mastico, muerdo y desgarro,
las obligo,
pero nunca abandonan mi boca.
Se atan a mi lengua y adhieren a mi mente,
se disfrazan
de signos
símbolos, o líneas,
pero nunca de palabras.
Y me amordazan;
son ellas, las tan veneradas,
quienes me confinan al calvario de lo inefable.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario